domingo, 7 de diciembre de 2014

Poeta 263: Juan Ojeda


JUAN OJEDA

Nace el 27 de marzo de  1944 en el puerto de Chimbote, departamento de Ancash, al norte de Lima. Hijo de Víctor Ojeda Chávez y Josefina Ojeda Diaz, ambos naturales de Arequipa. Fue el noveno de once hermanos. Entre 1952 y 1956 estudia primaria en una escuela fiscal de Chimbote. De 1957 a 1961 estudia la Secundaria en la Gran Unidad Escolar San Pedro de Chimbote. En1962 ingresa a la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de San Marcos de Lima.

Estudia paralelamente filosofía y, como alumno libre, asiste a cursos de pintura y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1965 obtiene la Primera Mención en el Concurso "El Poeta Joven del Año", con el seudónimo de: "Dedaluz"; presenta Elogio de los navegantes. Viaja en 1967 a Colombia, Brasil, Argentina y Bolivia. De 1971 a 72 radica en Ciudad de Panamá dando conferencias y participando en la vida cultural. Y en 1973 regresa a Lima e ingresa a la Escuela Nacional de Bibliotecarios.

Participa en una serie de recitales y conversatorios literarios. Se reúne con otros estudiantes en la cafetería de la Biblioteca Nacional. Es atropellado por un auto en la madrugada del 11 de noviembre de 1974, en Lima, en la cuadra 23 de la avenida Arequipa.

SOLILOQUIO

Para el que ha contemplado la duración
lo real es horrenda fábula. Sólo los desesperados,
esos que soportan una implacable soledad
horadando las cosas, podrían
develar nuestra torpe carencia,
la vana sobriedad del espíritu
cuando nos asalta el temor
de un mundo ajeno a los sentidos.

Qué esperarías, agotado de ti
o una estéril música,
cuyo resplandor al abismarse te anonadaría.
Pero tú yaces oculto o simulas alejarte
de lo que, en verdad, es tu único misterio:
en la innoble morada de la realidad
nutres un sentido más hondo,
del que ya ha cesado todo vestigio humano.
                Y destruyes
el reino de lo innombrable, que en ti mismo habita.

¿Qué esperarías? ¿Sólo madurar, descendiendo,
en una materia más huraña que el polvo?

Nada hay en los dominios frescos
del sueño o la vigilia.
                Así
he considerado con indiferencia mi vida,
y ya debemos marcharnos.

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