sábado, 22 de noviembre de 2014

Poeta 261: Guido Guinizelli


GUIDO GUINIZELLI

(Bolonia, c. 1230 – Monselice, Padua, c. 1276) es considerado uno de los primeros y más influyentes poetas de su época en lengua italiana. Hijo de un juez, Guinizello di Bartolomeo, siguió los pasos de su padre, y después de terminar sus estudios de leyes en Bolonia se dedicó a la abogacía, participando activamente al mismo tiempo en la vida política de la ciudad, dividida entonces entre güelfos y gibelinos. En 1270 fue nombrado podestá o magistrado a cargo de la ciudad de Castelfranco Emilia, pero cuando en 1274 vence el partido güelfo, Guinizelli, que era gibelino, tuvo que marchar al exilio, refugiándose con su mujer e hijo en Monselice, donde murió pocos años después. Está considerado entre los mayores poetas de su tiempo. Sus Rimas son el fundamento y el inicio de lo que Dante definiría después como Dolce stil novo ('Dulce estilo nuevo')

AL CORAZÓN GENTIL

" Al corazón gentil acude siempre Amor
como el pájaro de la selva a la verdura;
ni hizo a Amor antes que a corazón gentil,
ni a gentil corazón antes que a Amor, Natura.
Que entonces como existió el Sol,
así pronto fue el esplendor luciente,
mas no antes que el Sol.
Y toma Amor en la gentileza el sitio,
tan propiamente
como en la claridad, el fuego, su calor.

Fuego de amor en gentil corazón se enciende
como virtud de la piedra preciosa,
pues de estrella no acude valor
antes que el Sol la haga gentil cosa;
luego que le ha quitado afuera
la vileza con su fuerza el Sol,
tiene valor la estrella:
así al corazón hecho por Natura,
elegido, puro, gentil,
mujer a guisa de estrella lo enamora.

Amor arde deste modo en corazón gentil,
como fuego en lo alto de la antorcha:
esplende a su gusto, claro y sutil;
no de otra guisa, tanto es fiero.
Y si la burda naturaleza
enfrenta Amor como agua al fuego,
caliente, porque es fría,
Amor a gentil corazón se allega,
como al preciado sitio
del diamante en la dureza de la roca.

Se da el Sol al fango todo el día,
aunque es vil, pero no pierde calor el Sol.
Dice el hombre: "Por mi raza soy gentil":
es como el barro; el Sol  como gentil valor;
que no debe dar el hombre fe
a que gentileza sin corazón exista
con debida dignidad,
y si no hay virtud en el corazón,
como rayo en el agua
y en el cielo estrellas y esplendor.

Esplende en la inteligencia del cielo
Dios creador más que en nuestros ojos, Sol:
juicio oye a su factor más allá del cielo,
y el cielo deseando, a Él obedece;
y como sigue, al primero,
del justo Dios beato cumplimiento,
así en verdad debería obrar deseo
la mujer bella que en la mirada enciende
por gentileza el talento
que le será siempre obediente.

Señora, Dios me dirá: ¿Qué presumiste?",
siendo mi alma de Él delante.
El cielo pasaste y hasta Mí viniste
y diste en vano amor a Mí en semblante:
que a Mí convienen laudes,
y a la reina del dominio digno
por quien cesa el fraude".
Dirle podré: "Tiene semblante de ángel
que fuese de tu reino;
no ha sido una falta que la amase. "