jueves, 24 de abril de 2014

Tomasio (23/04/2014): No me escuchas


No me escuchas… es que no me escuchas, papá, claramente lo dijiste y repetiste cuando te alejabas. No lo hiciste con voz enojada, pero fue de una forma que nunca había escuchado.

En mi mente, tus palabras resonaban, es no que me escuchas, mejor dicho, escuchas lo que digo como palabras, pero no entiendes mi mensaje ni lo que realmente me pasa, interesa o quiero. Hablar contigo es como si solo te escucharas a ti mismo, una y otra vez. ¿Recuerdas cómo fue tu relación con tu papá?, con esa pregunta sentenciaste el encuentro de aquella vez.

Me quedé mudo, esta vez por no saber qué hacer ni qué decir. En mi profesión el uso de las palabras oportunas es importante. Saber difundir el mensaje que uno desea a un público variado es imprescindible, pero me venció mi propio silencio, esta vez, el silencio se hizo más fuerte, mientras resonaban tus pasos mientras te alejabas, en ese mismo piso en donde aprendiste a caminar.

Reflexioné en lo que nos acababa de pasar, por un momento había pensado que nuestra comunicación era fluida por ambas parte, aunque, después de lo que dijiste, reconsideré seriamente mi participación.


Medite mucho sobre ello y llegue a la conclusión que estaba obrando equívocamente, cuando nos reuníamos, ya me había formado mi opinión sobre el tema que tratábamos y hablabas pero, como bien dices, ya no te prestaba atención al mensaje que querías trasmitir. Luego tomaba la decisión y la hacía parecer como si fuera mutua, cuando en realidad no lo era.

Te invite a caminar como lo habíamos hecho siempre. Durante esas caminatas, cuando eras pequeño e ibas agarrado de mi mano, hablábamos, corríamos, nos mojábamos con la lluvia, ¿recuerdas? Aquel día caminamos por la vereda de siempre. Fue allí que empecé a hablar:

Hijo, antes que nada deseo ofrecerte disculpas por no haber sido mejor papá contigo, por no respetar tu pensamiento y no saber escucharte, por no haber sido capaz de entender lo que querías comunicarme.

Cuando eras pequeño me enseñaste a no prometer, lo que no puedo cumplir. Por eso, hijo, a partir de ahora, prometo prestar atención a tus ideas, puntos de vista.

Gracias, papá, sabía que nos entenderíamos y llegaríamos a un acuerdo. Agradezco tu sinceridad y, como de costumbre, tu apertura para tratar este tema conmigo. Nuestras conversaciones implican una participación activa de ambos. Lo que digamos y las decisiones que tomemos, se deben considerar con ambos puntos de vida. Después de lo que me has dicho, tengo la certeza de que lo harás en un futuro y si no lo haces te lo recordaré.

Antonio Tomasio. Autor del libro Uno (Yo). Escríbe a atomasio@antoniotomasio.com con tus preguntas o sugerencias o visita la página www.antoniotomasio.com