viernes, 7 de septiembre de 2012

Poeta 149: Gamaliel Churata


GAMALIEL CHURATA

Gamaliel Churata es el pseudónimo de Arturo Peralta Miranda (*Arequipa, Perú, 10 de junio de 1897 - † Lima, 9 de noviembre de 1969).1 Miembro de una familia arequipeña de clase media que vivía en la calle Beaterio; allí transcurrieron sus primeros años al lado de sus sus hermanos y sus amigos de barrio. Su padre, Demetrio Peralta Díaz, entre otros oficios, fue ebanista, y se adhirió ardorosamente a la grey adventista, tendencia que marcó a hierro las ideas de sus hijos. La familia se mudó a Puno por cuestiones laborales: allí crecieron Arturo y Alejandro, imbuidos del influjo bucólico del medio. En Puno, hallaron el numen de su creación literaria y motivaciones para una fecunda praxis política. (Demetrio Peralta regresó a morir a Arequipa, ya readscrito al rebaño católico al catolicismo).

Según registros de Ángel Torres, Churata fue sucesivamente fundador del grupo culturalista Bohemia Andina (1915), de la revista literaria La Tea (1917), del Centro Cultural Orkopata y del Boletín Titikaka (1919­-1931). Señalado por algunos en su momento como uno de los cuatro grandes del movimiento indigenista peruano, junto a Manuel González Prada, su mentor espiritual, José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Se cuenta que influyó en la fundación de Partido Comunista en Puno.

Fue junto con Carlos Oquendo de Amat el representante más importante de los escritores puneños de vanguardia.

Churata conformó al grupo "Orkopata" al que se integrarían su hermano Alejandro Peralta, Emilio Vásquez, Emilio Armaza, Dante Nava, y Luis de Rodrigo. Este grupo que marcó el ritmo cultural de Puno y cuya influencia llegó a otras zonas del Perú, Argentina, Bolivia y Chile; editó el boletín Titikaka, el mismo que en todas sus ediciones fuera reproducido facsimilarmente por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa en el 2004, para ponerlo al alcance de las nuevas generaciones.

Llegó a Bolivia por primera vez en 1917, exiliado de su país por razones políticas. Luego de corta estadía en La Paz, define a Potosí como su nueva residencia. Pese a permanecer allí menos de un año, desarrolla una intensa y fructífera labor, cuyo capítulo mayor se denomina Gesta Bárbara (1918), hito de la vida cultural boliviana. Allí se congregaron Carlos Medinaceli, José Enrique Viaña, Armando Alba, Saturnino Rodrigo y muchos otros que determinan uno de los puntos más altos para Potosí en esta dimensión. Medinaceli reconoce su mérito así: "Churata, que tan impagable servicio ha prestado a nuestra cultura, él fue el iniciador, estro (estímulo) ­del­ movimiento Gesta Bárbara...".

Regresó a Bolivia en 1932, luego de sucederse varios conflictos políticos en su país, esta vez para permanecer por más de treinta años en ése país, hasta 1964. En La Paz publicó, en 1957, “El pez de oro”, su primera obra llevada al libro y escrita en décadas anteriores, donde mezcla mitos andinos con narraciones vanguardistas. En cuanto a los medios de prensa, estuvo ligado a "La Semana Gráfica" uno de los más prestigiosos de Bolivia en ese tiempo, a la revista "La Gaceta de Bolivia" y los periódicos La Calle, Última Hora y otros.

ELEGÍA PLEBEYA POR LA COMPAÑERA QUE MURIO
IMILLA

Tuvo el lampo el brillo casto
sus ojos dulzuras
buena como flor que repta por los campos
saturaba de amor la candidez del aire.
Vino a ser panacea de almas,
sus sonrisas agua de cristal de alboradas;
tenían sus hijos la fuerza de la yerba
y, nobles como el Sol
como él se acostaron un día
entre el arrebol de fauce herida.
Despertó para mi espíritu
cuando el pleamar sonaba a la distancia
y a mi carne la tuvo aprisionada
para siempre con los cinco garfios
y las siete cañas musicales del cielo,
pero se durmió en el tiempo
ala de rosa y pétalo de nube.
Amorosamente desde el cerro
ve pasar el cortejo de qirqis
y el llanto de pinkullu se pone azúcar
en su mirada que tanto adormeció adornando.
Fue buena,
como es bueno el pan del pobre
y la hediondez sencilla de la cocina todos los
días.
Pero se fue, se fue
y el aire limpio para beberse,
la pampa alhajada de lágrimas
las canciones que escarban la tierra
Oro y esmeralda silvestre.
Nadie sabrá desde este día
su lindo olor de salvia.
para cantar más largo sus querencias
todas las flautas del Ande
se van con ella llorando.

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