domingo, 20 de septiembre de 2009

POESIA SEMANAL
SEMANA IX, AÑO I

Félix Lope de Vega Carpio
(1562-1635)


Nació en Madrid. Estudió con Vicente Espinel y, después, en el Colegio Imperial de los jesuitas. De 1583 a 1587 datan sus primeros amores con Elena Osorio, llamada Filis en sus poemas. En 1588 un rival ganó el amor de Elena, causando a Lope un despecho que desahogó en escritos de toda clase y que aún recordaría en La Dorotea, en 1632. El episodio terminó con un proceso y un destierro de 1588 -año en que se casa con Isabel de Urbina (Belisa)- a 1595. Vivió en Valencia y, después en Alba de Tormes.

Ya en Madrid y viudo, en 1598, se casó con Juana de Guardo y mantuvo un doble hogar. Después, conoce a Micaela Luján hacia 1599 (Camila Lucinda) y, probablemente a otras mujeres. Hasta 1608 duran estos amoríos, que se reflejan constantemente en sus escritos. Al año siguiente, la muerte de su esposa e hijo Carlos Félix le sumen en honda crisis y se ordena sacerdote.

Desde 1605 es secretario del duque de Sessa. Por su epistolario se conocen algunos sucesos íntimos de su vida. En primer lugar, la inestabilidad de su vocación religiosa, que cederá ante su último gran amor, Marta de Nevares (Marcia Leonarda o Amarilis), desde 1616 hasta su muerte en 1632. Desde entonces, la vida de Lope se hunde ante la vocación religiosa de su hija, la muerte de su hijo Lopito y la fuga de su hija Feliciana.

Su entierro fue un acontecimiento público, y, un año después, aparece una primera biografía, escrita por su discípulo Juan Pérez de Montalbán, quien le atribuye 1800 obras de teatro, sin contar los autos sacramentales. De éstas se consideran hoy 317 auténticas y 27 probables. A ellas hay que sumar varios libros de poesía, novelas y narraciones en prosa, junto a los poemas épicos, acaso los escritos más queridos por él y menos leídos hoy.

UN SONETO ME MANDA HACER VIOLANTE

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.